Día 28 de marzo de 2005
Este día los peregrinos españoles y dos italianos nos levantamos pronto, ya que la mayoría terminabamos ese día y debíamos tomar el tren o el autocar en Logroño, fin de la etapa, para volver a casa.
A las siete de la mañana nos disponíamos a partir, pero el Albergue estaba cerrado con llave y los dos hospitaleros alemanes, que se cuidaban de él, estaban durmiendo. Después de pensarlo un poco no nos toco más remedio que salir por la ventana, saltamos algunos de la ventana, bajamos después las mochilas que nos alcanzaban y, por último, saltaron de la ventana todos los demás. Reanudamos el camino cuando todavía reinaba la oscuridad, pues no habái salido todavía el sol. Seguimos así un rato, pero a los veinte minutos ya amaneció.
Este día durante un buen rato caminamos juntos un pequeño grupo de seis o siete personas, salvo los dos italianos que se apresuraron porque querían llegar muy pronto a Logroño. Caminamos así hasta Torres del Rió, lugar en el que al llegar a la plaza del pueblo paramos en una tienda para desayunar y tomar alguna bebida. Aquí fueron viniendo los demás peregrinos que iban detrás. Veinte minutos más tarde fuimos reiniciando la marcha, aunque en principio cada uno a su ritmo.
En esta localidad se pasa por la Iglesia del Santo Sepulcro, que queda a la derecha, y más arriba esté el Albergue, donde el día anterior habían descansado algunos para aproximarse más a Logroño.
Se continua subiendo el pueblo hasa dirigirnos de nuevo al Camino en dirección Sansol. Después de Sansol el Camino nos conduce a la Ermita de la Virgen del Poyo. De aquí ya nos dirigimos de nuevo a la carretera y, después de una bajada, se deja la carretera y se sube hacia Viana por una montaña algo elevada. A Viana llegamos muy pronto, pero previametne nos fuimos separando pues a algunso nos corría más prisa llegar pronto a Logroño.
Cuando ya se vislumbra Logroño me paré en el lugar donde La Felisa daba agua y, a veces, también higos a los Peregrinos. Ahora falleció y su hija continúa la labor que ella inició de asistir a los peregrinos, especialmente dándoles agua, al propio tiempo que pone un sello en la Credencial. Esta vez fue el último sello que me podrían porque en Logroño no tuve tiempo de sellar la credencial.
Al llegar a Logroño en el espolón me encontré a los dos peregrinos italianos, que portaban una botella de vino de La Rioja, me dieron a probar el mismo y de allí fuimos juntos hacia la
Estación de Autobuses, donde había algunos peregrinos. Después me fuí a RENFE, tenía el billete para el AVE de Zaragoza a Lérida y me lo validaron. El problema surgió para ir de Logroño a Zaragoza, después de volver a la estación de autobuses, comprar un billete, devolverlo y retornar a RENFE conseguí al último un tren que me llevaba hasta Zaragoza y después cambié el billete del AVE por otro que salía más tarde. Pasé unos cuarenta y cinco minutos con todos estos trámites.
En la estación de autobuses comí un bocadillo y nos fuimos despidiendo los peregrinos hasta que cada uno cogió su medio de transporte para el día siguiente. Era el lunes de Pascua, día en que es fiesta en muchas Comunidades Autónomas, pero al día siguiente cada uno debía volver a lo suyo. Fueron días muy emocionantes, que, además, te ayudan a superar otros problemas y nos enseñan a continuar adelante frente a todos los problemas que se plantean. Espero que el próximo año pueda continuar el Camino, que he recorrido doce veces, tres desde Roncesvalles, una desde Puenta de la Reina, tres desde Burgos, cuatro desde León y una desde Villafranca del Bierzo. Siete de elas con mi hermano Javier, la de Villafranca con mi hermana Meri y una amiga de ella, una con Ernesto (un peregrino andaluz que conocí el año 2000) y otras que inicié solo, pero que siempre terminé con otros peregrinos.
El Camino de Santiago 
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